domingo, 20 de octubre de 2013

ONLY GOD FORGIVES.




Para celebrar la entrada 150 de un blog que empecé sin saber muy bien qué hacer con él, y se ha acabado convirtiendo en el más vigilante y despiadado guardián de mi compromiso de fidelidad con la escritura, un poco de Winding Refn y las Teorías del Imaginario (ya sabéis, Jung, Bachelard, Durand, Campbell y compañía): Only God Forgives.


http://www.cinedivergente.com/festivales/sitges-2013/solo-dios-perdona-teorias-del-imaginario

viernes, 4 de octubre de 2013

ENVÍOS IV




ENVÍO#1


Anoche recibí la visita de Jaime. No le oí entrar. Me despertó un alarido; aunque quizá ya estaba despierto.  Fui a por la botella y lo vi sentado, aquí mismo.

-Buenas noches. No respondió. Su palidez era espantosa. Me senté también.

-¿Qué es lo peor de estar muerto?

-El dolor, sabes, no hay ningún dolor.

Quise saber si recordaba su poesía. Incluso le leí algo.

-Repíteme eso último.

-"De la vida me acuerdo, pero dónde está."

No, no me suena de nada. No suena a mí. No, nunca diría algo así.

Se quedó fumando un cigarrillo en silencio, mirando la tiniebla con cuencas vacías a las que asomaban gusanos. Quizá aún seguía dormido. Con la primera luz de la mañana fue haciéndose más tenue. "Es que amanece"
( A Otto nada de esto le sorprende. " Son muy aburridos")

                                                                                     Sin fecha, ni remite, ni destino.



ENVÍO#2


Han descubierto el proyecto de Otto. Se le acusa de un delito postal. El juicio es dentro de dos meses. Todo está en el papel en el que acabamos de prender los cigarrillos. Se le ve tranquilo. Las parejas pasean por el parque, arrastran  hojas muertas entre los radios de los cochecitos, como un lastre de herrumbre aparejado a sus vidas en común.

-Debe ser domingo. El domingo es una cualidad de la luz. Un estertor de la luz que conmociona las ruinas de la tarde.

-Estoy pensando en mudarme al parque, le digo, parece un lugar agradable.

-Olvídalo. No te gustaría. Me ofreció la botella.

-Estoy pensando en hacerme con un perro.

-Olvídalo. Los perros son repugnantes. Todo gira en torno a sus excrementos. Me pidió la botella.

-Estoy pensando que cada vez oscurece antes.

-Sabes Marco cuál es tu problema: piensas demasiado.


                                                                             Un domingo cualquiera, sin remite o destino.


ENVÍO#3


Hoy he completado tres folios válidos, como en aquellas jornadas nocturnas en las que me dejabas con sigilo el café junto al busto de Palas antes de irte sola a la cama.

Sin palabras, me besabas la nuca. Sin hacer ruido me dejabas. Sin ruido me dejaste.
Bueno sí, con el ruido que hace el corazón que no encuentra un latido.

Eran tiempo de palabras mudas y besos íntimos de luna. Ahora sólo quedan las palabras que te dicen, las palabras que se quedaron en los armarios vacíos, en tus cajones saqueados, en mis memorias tristes; y este racimo de tarjetas que me escribo para no olvidarme. Olvidarte.

(alguien grita reproches en algún rincón de la anatomía lovecraftiana de este edificio; una mujer escupe reproches antiguos en algún habitáculo recóndito de este laberinto de hormigón; las mismas palabras de siempre, las palabras que median entre la mujer y el silencio del hombre cuando ha pasado suficiente tiempo)

Eran tres folios válidos. Ligeramente inspirados. Me gustaban. Les he prendido fuego y he ido dejando caer las cenizas sobre el vaso de vodka.

(un regusto picante y ceniciento se demora en el velo del paladar, como una hostia sanguinolenta y blasfema, como una mala palabra trabada en la garganta)


                                        Luego el diablo vino a verme.
                                                                           
                                                                                                  Sin fecha, remite o destino.



ENVÍO#4


Déjame que te hable de Jimena.

Jimena tiene desconches en el esmalte de uñas y acantilados en el alma. Jimena me dice que la haga reir y apuramos las últimas rayas sobre el estaño. Salimos del bar abrazados, vacilantes, pisando la dudosa luz del día. Llegamos a mi celda. Pregunta a qué tantos espejos. Yo le hablo de Borges pero se levanta la falda. Jimena cultiva un vello intoso, montaraz, del que apetece tascar. Jimena tiene un follar apacible y un orgasmo que figura espasmos de muerte.

-Cada vez que follo muero un poco, sabes.

-Todos lo hacemos Jimena.

A Jimena le amarillean los dedos y le tiembla la sonrisa amarilla. La mañana no favorece. Luego me habla de su enfermedad, me dice que hay una guerra civil entre su sistema nervioso y su sistema inmunológico. Se enjuga con la sábana. Yo miro a otro lado.
 Cuando la luz se marchita le digo que tengo trabajo.  Se calza una pena de tacón alto y la encamina a la puerta.

-¿Qué temes ver?

-¿Cómo?

-Los espejos, ¿por qué los cubres?

-Se hace tarde Jimena.

                                      Llevaba medias negras.

                                                                                      Un domingo cualquiera, sin remite ni destino.