martes, 10 de junio de 2014

Borges y la metafísica de los espacios (III)



La biblioteca de Babel.

El universo se identifica con la citada biblioteca: "El universo (que otros llaman Biblioteca)..."(58) El narrador-protagonista, bibliotecario, naturalmente, describe su fantástica arquitectura geométrica de una estructura de notable simplicidad que, no obstante, se constituye en un espacio laberíntico.  "La distribución de las galerías es invariable, una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas." Esta uniformidad es precisamente la que impide tomar puntos de referencia, imprescindibles para orientarse en un espacio ordenado more geométrico, y que acaba configurando la Biblioteca como un laberinto.
"Desde cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente." Las estructuras hexagonales se repiten más allá de donde la percepción humana puede alcanzar. Imposible, por lo tanto, determinar la altura a la que el observador se encuentra: "La Biblioteca es  una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible."(59)
En el ensayo incluido en Otras inquisiciones, titulado "La esfera de Pascal", Borges recoge la metáfora de Pascal para referirse al vértigo que le producía el mundo físico.
La uniformidad de la distribución de los pisos la reitera en cada uno de ellos, la escalera en espiral, una en cada gabinete del zaguán, el mismo número de anaqueles por hexágono, cinco. A su vez, en cada uno hay treinta y dos libros de de formato uniforme y mismo número de páginas. Cada página tiene invariablemente cuarenta renglones y cada renglón, ochenta letras. La única novedad, por tanto, la ofrece el contenido de cada libro, aunque de un modo provisional: "La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un viajero la atravesara en cualquier dirección comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden...que, repetido, sería un orden: el Orden." A lo largo del relato se frustra la posibilidad de cuestionar la infinitud y la uniformidad de la Biblioteca. Por diversos que sean los libros, ciertos elementos se repiten. El espacio, punto, coma, los veintidós caracteres, etc. La narración avanza insinuando anomalías, fisuras en un orden inhumano, por ejemplo, la posibilidad de mermar el número de ejemplares de forma relevante. Pero "...la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal,...cada ejemplar es único...pero hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos..."(62)  
Se cultiva una vana esperanza de ruptura de sus simetrías para de inmediato hacerla fracasar: "...el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza."
La Biblioteca crece en todas las direcciones, es ubicua. La planta es una yuxtaposición de cuadrados y hexágonos, mientras que su representación tridimensional sería la conjunción de prismas, cuadrados y hexagonales.  El espacio queda así totalmente pleno con esta tupida red prismática.
Como en Descartes y a diferencia de Newton, la res extensa es un plenum en la que el vacío no es concebible. Así, el espacio de la Biblioteca no consiente con un afuera, como en el efecto Möbius; su "circunferencia" no está en ninguna parte, no se circunscribe a ningún recinto, como el templo desbrozado por el hombre en la selva que hemos visto en "Las ruinas circulares".
La descripción de la Biblioteca no es tanto un intento de representarla, como de descifrar el sentido de su arquitectura, hallar la clave que la haga comprensible, racional, menos atroz.






 El jardín de senderos que se bifurcan.
"Un laberinto de símbolos."

El recurso de la reseña de una obra, tan frecuente, ahora se enmarca en el contexto de un relato de espionaje en plena Primera Guerra Mundial. Yu Tsun, trabaja al servicio de Alemania y concibe una ingeniosa solución para pasar la información de un bombardeo a los suyos. Luego de buscar en una guía telefónica, localiza a un hombre llamado Albert, que resulta ser un sinólogo que ha descifrado el enigma del laberinto narrativo y temporal construido por un antepasado de su futuro asesino.
El laberinto es para Ts'ui Pên una alegoría del tiempo, pero también de los azares y combinaciones posibles, encrucijadas como las que ha urdido esa situación improbable entre los dos extraños, un espía con un erudito poseedor del mismo nombre que la ciudad que va a ser bombardeada por los ejércitos de la Entente, Albert.  
En este relato Borges procede detallando la localización espacial (el narrador pide a un lugareño que le detalle el camino hacia la casa de Albert) y temporal (Tsun se sabe perseguido). El cronotopo camino
"La casa queda lejos de aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierda." Inmediatamente el narrador asocia el itinerario que le conducirá a su objetivo con el procedimiento para descubrir el patio central en ciertos laberintos. "Algo entiendo de laberintos; no en vano soy el bisnieto de aquel Ts'ui Pên...que renunció al poder temporal para escribir una novela...y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres."(68)
Entonces el protagonista trata de imaginar ese laberinto que nadie encontró (su antepasado fue asesinado por un forastero, clara premonición de su asesinato de Albert) como una construcción espacial, un objeto material oculto en una cima o bajo un arrozal, sumergido. Pero la idea misma del laberinto entraña la de infinitud. La inercia de la imaginación lo lleva a confundir laberinto y  mundo: "infinito...de ríos y provincias y reinos." Y por último, de forma intuitiva, sin reparar en ello, encuentra la clave: "...un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir..."
El laberinto que nadie pudo encontrar en la novela de su Ts'ui Pên era de naturaleza temporal, como confirmará el "bárbaro inglés". Había tratado de introducir la infinitud del universo o su ilusión especular en los límites de un texto materialmente finito, si bien, en complicidad con el lector, de ilimitada lectura.
El infinito ya ha hecho acto de presencia, contaminando las percepciones del narrador: "La tarde era íntima, infinita."  Pero en esta ocasión, el laberinto tiene un centro, es la casa de Albert, y su jardín, el lugar donde se anudan el pasado y el porvenir (escaso) del protagonista. La evocación de su antepasado confluye con la muerte cercana luego de su arresto por Madden.
Veamos ahora el simbolismo del "jardín". Juan Eduardo Cirlot ha definido el símbolo del jardín como "el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cerrada. Por esto constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente), como la isla ante el océano" (2004: 267). Se trata de una naturaleza domesticada por la mano del hombre, que se aparta del salvaje caos de la naturaleza. Con el cultivo de los jardines, el hombre se muestra como ordenador de una realidad caótica y salvaje creando su pequeño paraíso vegetal. El narrador evoca su infancia "en un jardín simétrico de Hai Feng."(66) La simetría remite a la duplicación, el reflejo. También a la bifurcación.
"El húmedo sendero zigzagueaba como los de mi infancia."(69) El cronotopo del camino ha sido entendido desde Bajtín como lugar de la experiencia vital, el conocimiento, la madurez y la búsqueda del sentido de la vida. El gesto de Yu Tsun para demostrar a los alemanes que un "amarillo" puede salvar a sus ejércitos, sin duda confiere un sentido a su vida. El sendero zigzagueante que ha recorrido desde su infancia, le conduce a ese lugar para consumar su destino. Sin embargo, el destino, que es una variante del azar para Pên,  pudo haber sido otro, y lo será en alguna serie temporal paralela. El personaje acepta su porvenir con estoicismo, porque acaso intuye que su muerte no será el fin otros Yu Tsun que persistirán con diversos porvenires sin la amenaza de Madden.
"En el amarillo y negra jardín había un solo hombre; pero ese hombre era fuerte como una estatua, pero ese hombre avanzaba por el sendero y era el capitán Madden." (73) El destino vital del Capitán será castigar a Pên, y de un modo secreto y paradójico, ser su cómplice, dado que él comunicará la muerte de Albert, y así, sus enemigos recibirán el mensaje de Pên.






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