La biblioteca de Babel.
El universo se
identifica con la citada biblioteca: "El universo (que otros llaman
Biblioteca)..."(58) El narrador-protagonista, bibliotecario, naturalmente,
describe su fantástica arquitectura geométrica de una estructura de notable simplicidad
que, no obstante, se constituye en un espacio laberíntico. "La distribución de las galerías es
invariable, una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en
otra galería, idéntica a la primera y a todas." Esta uniformidad es precisamente
la que impide tomar puntos de referencia, imprescindibles para orientarse en un
espacio ordenado more geométrico, y
que acaba configurando la Biblioteca como un laberinto.
"Desde
cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores:
interminablemente." Las estructuras hexagonales se repiten más allá de
donde la percepción humana puede alcanzar. Imposible, por lo tanto, determinar
la altura a la que el observador se encuentra: "La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier
hexágono, cuya circunferencia es inaccesible."(59)
En el ensayo
incluido en Otras inquisiciones, titulado
"La esfera de Pascal", Borges recoge la metáfora de Pascal para
referirse al vértigo que le producía el mundo físico.
La uniformidad
de la distribución de los pisos la reitera en cada uno de ellos, la escalera en
espiral, una en cada gabinete del zaguán, el mismo número de anaqueles por
hexágono, cinco. A su vez, en cada uno hay treinta y dos libros de de formato
uniforme y mismo número de páginas. Cada página tiene invariablemente cuarenta
renglones y cada renglón, ochenta letras. La única novedad, por tanto, la
ofrece el contenido de cada libro, aunque de un modo provisional: "La
Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un viajero la atravesara en cualquier
dirección comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten
en el mismo desorden...que, repetido, sería un orden: el Orden." A lo
largo del relato se frustra la posibilidad de cuestionar la infinitud y la
uniformidad de la Biblioteca. Por diversos que sean los libros, ciertos
elementos se repiten. El espacio, punto, coma, los veintidós caracteres, etc. La
narración avanza insinuando anomalías, fisuras en un orden inhumano, por
ejemplo, la posibilidad de mermar el número de ejemplares de forma relevante.
Pero "...la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano
resulta infinitesimal,...cada ejemplar es único...pero hay siempre varios
centenares de miles de facsímiles imperfectos..."(62)
Se cultiva una
vana esperanza de ruptura de sus simetrías para de inmediato hacerla fracasar:
"...el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la
esperanza."
La Biblioteca
crece en todas las direcciones, es ubicua. La planta es una yuxtaposición de
cuadrados y hexágonos, mientras que su representación tridimensional sería la
conjunción de prismas, cuadrados y hexagonales. El espacio queda así totalmente pleno con esta
tupida red prismática.
Como en
Descartes y a diferencia de Newton, la res
extensa es un plenum en la que el
vacío no es concebible. Así, el espacio de la Biblioteca no consiente con un
afuera, como en el efecto Möbius; su "circunferencia" no está en
ninguna parte, no se circunscribe a ningún recinto, como el templo desbrozado
por el hombre en la selva que hemos visto en "Las ruinas circulares".
La descripción
de la Biblioteca no es tanto un intento de representarla, como de descifrar el
sentido de su arquitectura, hallar la clave que la haga comprensible, racional,
menos atroz.
El jardín de senderos que se bifurcan.
"Un
laberinto de símbolos."
El recurso de
la reseña de una obra, tan frecuente, ahora se enmarca en el contexto de un
relato de espionaje en plena Primera Guerra Mundial. Yu Tsun, trabaja al servicio
de Alemania y concibe una ingeniosa solución para pasar la información de un
bombardeo a los suyos. Luego de buscar en una guía telefónica, localiza a un
hombre llamado Albert, que resulta ser un sinólogo que ha descifrado el enigma
del laberinto narrativo y temporal construido por un antepasado de su futuro
asesino.
El laberinto es
para Ts'ui Pên una alegoría del tiempo, pero también de los azares y
combinaciones posibles, encrucijadas como las que ha urdido esa situación
improbable entre los dos extraños, un espía con un erudito poseedor del mismo
nombre que la ciudad que va a ser bombardeada por los ejércitos de la Entente,
Albert.
En este relato
Borges procede detallando la localización espacial (el narrador pide a un
lugareño que le detalle el camino hacia la casa de Albert) y temporal (Tsun se
sabe perseguido). El cronotopo camino
"La casa
queda lejos de aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda
y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierda." Inmediatamente el
narrador asocia el itinerario que le conducirá a su objetivo con el
procedimiento para descubrir el patio central en ciertos laberintos. "Algo
entiendo de laberintos; no en vano soy el bisnieto de aquel Ts'ui Pên...que
renunció al poder temporal para escribir una novela...y para edificar un
laberinto en el que se perdieran todos los hombres."(68)
Entonces el
protagonista trata de imaginar ese laberinto que nadie encontró (su antepasado
fue asesinado por un forastero, clara premonición de su asesinato de Albert)
como una construcción espacial, un objeto material oculto en una cima o bajo un
arrozal, sumergido. Pero la idea misma del laberinto entraña la de infinitud.
La inercia de la imaginación lo lleva a confundir laberinto y mundo: "infinito...de ríos y provincias y
reinos." Y por último, de forma intuitiva, sin reparar en ello, encuentra
la clave: "...un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el
porvenir..."
El laberinto
que nadie pudo encontrar en la novela de su Ts'ui Pên era de naturaleza temporal,
como confirmará el "bárbaro inglés". Había tratado de introducir la
infinitud del universo o su ilusión especular en los límites de un texto
materialmente finito, si bien, en complicidad con el lector, de ilimitada
lectura.
El infinito ya
ha hecho acto de presencia, contaminando las percepciones del narrador:
"La tarde era íntima, infinita." Pero en esta ocasión, el laberinto tiene un
centro, es la casa de Albert, y su jardín, el lugar donde se anudan el pasado y
el porvenir (escaso) del protagonista. La evocación de su antepasado confluye
con la muerte cercana luego de su arresto por Madden.
Veamos ahora el
simbolismo del "jardín". Juan Eduardo Cirlot ha definido el símbolo del
jardín como "el ámbito en
que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cerrada. Por esto
constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente), como
la isla ante el océano" (2004:
267). Se trata de una naturaleza domesticada por la mano del hombre, que se
aparta del salvaje caos de la naturaleza. Con el cultivo de los jardines, el
hombre se muestra como ordenador de una realidad caótica y salvaje creando su
pequeño paraíso vegetal. El narrador evoca su infancia "en un jardín
simétrico de Hai Feng."(66) La simetría remite a la duplicación, el reflejo.
También a la bifurcación.
"El húmedo
sendero zigzagueaba como los de mi infancia."(69) El cronotopo del camino
ha sido entendido desde Bajtín como lugar de la experiencia vital, el
conocimiento, la madurez y la búsqueda del sentido de la vida. El gesto de Yu
Tsun para demostrar a los alemanes que un "amarillo" puede salvar a
sus ejércitos, sin duda confiere un sentido a su vida. El sendero zigzagueante
que ha recorrido desde su infancia, le conduce a ese lugar para consumar su
destino. Sin embargo, el destino, que es una variante del azar para Pên, pudo haber sido otro, y lo será en alguna
serie temporal paralela. El personaje acepta su porvenir con estoicismo, porque
acaso intuye que su muerte no será el fin otros Yu Tsun que persistirán con
diversos porvenires sin la amenaza de Madden.
"En el amarillo
y negra jardín había un solo hombre; pero ese hombre era fuerte como una
estatua, pero ese hombre avanzaba por el sendero y era el capitán Madden."
(73) El destino vital del Capitán será castigar a Pên, y de un modo secreto y
paradójico, ser su cómplice, dado que él comunicará la muerte de Albert, y así,
sus enemigos recibirán el mensaje de Pên.
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