EL JARDÍN DE SENDEROS QUE SE BIFURCAN.
1.
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.
"El mundo será Tlön".
Tlön es
un mundo creado por una sociedad secreta en la que concurren eruditos de
diversas disciplinas. El narrador refiere que "las naciones de ese planeta
son-congénitamente-idealistas (...) El mundo para ellos no es un concurso de
objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos independientes. Es
sucesivo, temporal, no espacial."(Borges, 2001: 19)
Postular
el idealismo implica que no hay objetos en el espacio, sino que las palabras
los constituyen en la designación imprecisa de las multitud de percepciones que
experimentamos. Luego, su ordenación sintagmática dispensa la ilusión falaz de
un orden causal y necesario. Por eso el materialismo fue la doctrina que más
escándalo causó en Tlön, explicada a través del "sofisma de las nueve
monedas". Como hemos apuntado más arriba, para Berkley en ausencia de un
sujeto perceptor no hay objeto percibido, pero tampoco espacio, como forma a
priori de las sensibilidad. "Dicho con otras palabras: no conciben que lo espacial
perdure en el tiempo."(20)
La
geometría de Tlön subordina el espacio al movimiento del sujeto, de modo que
las formas se modifican. Conclusión, sólo en apariencia asombrosa, pues el
horizonte de cualquier observador en movimiento se modifica, y en apariencia,
sus formas. Pero dado que el empirismo suprime la dicotomía
apariencia/realidad, efectivamente se puede afirmar, que las formas cambian.
Borges cuestionó
siempre la presunta facultad denotativa y referencial del lenguaje, de ahí, por
ejemplo, su renuencia a referir los hechos de forma precisa, como su desafecto
por las descripciones prolijas en las que incurrían los narradores de la
tradición realista. A este respecto, cabe destacar la sorna con la que aludía
al anacronismo cometido por Flaubert en Salambó,
cuando tras desplazarse a Túnez para documentarse exhaustivamente sobre el
terreno, tomó nota de la presencia de cactus en el paisaje, sin reparar que la
planta no es autóctona; había llegado al continente africano de América.
La
palabra deviene performativa, crea su objeto en un plano lingüístico autónomo
en nada dependiente de la realidad empírica. Si a esto añadimos que para la
doctrina idealista el mundo es una cadena de procesos mentales, hemos sentado
las bases para suprimir la ilusión del carácter representativo del lenguaje, al
menos con respecto a una realidad allende los estados mencionados.
Analizados
los presupuestos idealistas que vas a ser abordados en la exposición de Tlön, veamos
cómo se concreta el espacio en la organización narrativa del relato.
"Debo
a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar.
El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona,
en Ramos Mejía." (15)
El espejo
comparece, en primer lugar, como un objeto indeterminado de la clausula
declarativa, para, en la siguiente oración, situarlo ya en escena, localizarlo de forma precisa en el fondo
de un pasillo de una quinta de la que se nos da incluso, la dirección.
Detalle
nada caprichoso, dado que la presunta naturaleza "testimonial" del
relato es esencial para la verosimilitud pretendida, toda vez que la narración
gira en torno a la asimilación de la realidad empírica por parte de otra de
carácter textual.
Así, los
protagonistas son Bioy Casares y el propio Borges (más tarde comparece Alfonso
Reyes), y la trama gira en torno a las pesquisas de ambos para localizar un
volumen de The Anglo-American Cyclopaedia
de la que Bioy ha recordado una
declaración de cierto heresiarca de Uqbar: "Copulation and mirrors are
abominable." La razón es clara, multiplican el mundo. Para estos gnósticos
el universo es ya una ilusión o un sofisma, con lo que doblan la ilusión y
favorecen el engaño. Aquí resuenan los ecos de la censura de Platón a la poesía.
"Desde
el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba." Borges hace del
espejo un objeto monstruoso, confiriéndole, con el inesperado uso del verbo
"acechar", rasgo propio de los seres animados. El espejo parece tener
voluntad y un propósito amenazador desde su posición remota, copiar a los dos
amigos que conversan, crear sendos simulacros que amenazan la identidad del
original. Lo que acecha es el otro lado de las cosas, Tlön. La imagen del
laberinto la ofrece un espejo frente a otro espejo, que es la realidad
empírica, no más real en última instancia.
El
corredor propicia el tránsito de un espacio a otro en el interior de la casa.
Permite el acceso a diversas estancias, es el camino que conduce al espejo, por
tanto, al otro lado que anuncia su presencia. El laberinto, por tanto, también se
configura como una línea recta infinita, prologada por el reflejo especular.
El fondo
del corredor se califica de "remoto", con lo que el espacio parece
haber adquirido nuevas proporciones en apenas unas líneas. En efecto, el espejo
produce la ilusión de un espacio dúctil desprovisto de su concreción física
como veremos una vez Borges aborde la exégesis del tomo onceno -duplicación de
la cifra- de la Primera Enciclopedia de Tlön, dejada por el difunto Ashe. Naturalmente,
el número de sus páginas es capicúa, 1001. "El mundo para ellos no es un
concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos
independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial."(19) Esta naturaleza
del espacio nada intuitiva, entraña asombrosas paradojas de las que da cuenta
el propio lenguaje. El lenguaje es la fina malla que atrapa el mundo, lo ordena
e introduce la noción de causalidad y contigüidad entre diversos sucesos cuyo
vínculo es a posteriori.
Las
categorías lingüísticas que articulan el mundo, no lo reproducen, muy al
contrario, son ellas las que configuran el caos de la experiencia perceptiva.
De modo que la categoría básica de "substancia" que dispensa la
ilusión de una realidad subyacente y común a todos los objetos, no es más que una
variedad de la falacia ontológica llevada a cabo por una categoría gramatical.
"El hecho de que nadie crea en la realidad de los sustantivos hace,
paradójicamente, que sea interminable su número."(20) A esta ironía subyace la postura
nominalista.
El
nominalismo se oponía a las esencias "reales", los llamados
universales. Lo único real son los individuos concretos sin que haya entere
ellos características universales compartidas, por más que el lenguaje ofrezca
esa ilusión. El relato invierte las relaciones de determinación que el realismo
establece entre las palabras y las cosas. Las palabras no son un espejo, una
reproducción mimética de las cosas, un suplemento que presupone el original al
que remiten y motivadas por él. Ahora son ellas con su potencia poética, las
que instituyen un mundo arbitrario.
"He dicho
que los hombres de ese planeta conciben el universo como una serie de procesos
mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el
tiempo."(20)
Se entiende que
la única disciplina de la cultura clásica de Tlön sea la psicología y que la
física se reduzca a ella, los procesos mentales son la única realidad. Sin
embargo, el habitante de Tlön, como el de la Tierra, se empeña en la creación
de teorías abstrusas que contravienen ele sentido común. La conclusión es que
el hombre es un ser enfermo de leguaje.
2.
El acercamiento a Almotásim.
Reseña de una
novela policiaca publicada en Bombay bajo el título de The Approach to Al-Mu'tasim. Su protagonista, un estudiante de
derecho en Bombay, apóstata de la fe islámica, durante un enfrentamiento entre
musulmanes e hindúes, mata (o lo cree) a un hombre en medio de la confusión.
Recordemos que
una de las "argucias narrativas" que Borges decía emplear siguiendo a
Kipling (recomiendo vívamente los cuentos seleccionados por el
argentino, algunos incluso traducidos por él, bajo el título de 10 narraciones maestras, donde, por si
había duda, Kipling se muestra como uno de los más grandes narradores del
pasado siglo). La argucia es la de referir los hechos, en vez ordenados en una
cadena causal, lógica y cronológica, hacerlo con imprecisión, cómo si el narrador
no entendiera plenamente su propio relato; minando la causalidad diegética al
derivar consecuencias imprevistas de actos difusos o directamente omitidos. Este
recurso es uno de los responsables principales de la fascinación inagotable que
sus narraciones ejercen sobre nosotros, con independencia del número de veces
que las leamos.
Comienza la
huida del joven por una Bombay laberíntica. Se mencionan los arrabales, cruza
dos vías, o la misma dos veces, es decir, da vueltas en círculo, una de las
formas del laberinto. Sube a una torre, su azotea tiene un pozo. "(...) el
estudiante resuelve perderse en la India".
"La
peregrinación comprende la vasta geografía del Indostán." comparecen distintos
topónimos, las tierras bajas de Palanpur, la puerta de piedra de Bikanir, un
albañal de Benarés, palacio multiforme de Katmandú, Calcuta, el Muchua Bazar,
una escribanía de Madrás, el estado de Travancor, Indapur y regresa finalmente
a Bombay. El estudiante incrédulo después de envilecerse entre malas compañías,
percibe la presencia de la divinidad, una luz a la que consagra su búsqueda. Es
decir, de huir pasa a buscar. De fugitivo muda su condición a la de creyente.
El fin de sus pesquisas es el hombre llamado Almotásim. El itinerario que
recorre, físico y espiritual del protagonista, "su órbita de leguas y
años" es necesariamente vago, dado el carácter de reseña.
La India recibe
los atributos del cronotopo laberinto o del universo. Su geografía es difusa,
cada topónimo es referido junto a un suceso vil, conspira, fornica, mata. La
geografía física deviene un territorio moral de infamia hasta percibir la luz
de la bondad, momento en el que pone fin a su extravío y comienza la búsqueda
de los vestigios que encuentra en otros hombres. Pasamos a una geografía
humana.
En su primera
noche de fugitivo, pernocta en una "Torre del Silencio", un edificio
funerario en el que los cadáveres eran expuestos a la intemperie y las aves
carroñeras (Fernández Ferrer, 2009:346) El estudiante recorre los cuatro puntos
cardinales del subcontinente. Al norte, Benarés y Katmandú (ya en Nepal),
Calcuta a oriente, Travancor al oeste y Madrás al sur, para regresar a Bombay,
en la costa occidental, a poniente, lugar donde muere el sol y se halla, velado
por una cortina, Almotásim.
La precisión en
la designación geográfica, contrasta con el nulo deseo de orientar al lector.
Muy al contrario, la acumulación de topónimos produce un vértigo semejante al
de las elaboradas descripciones laberínticas que veremos más adelante.
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