No moon no cars
November
Tom Waits
“Cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso...”
y me encuentro escuchando a Billie Holliday hasta la alta madrugada con el corazón en el puño de su voz y olvido si leo un año más Pedro Páramo o tan solo recuerdo una escritura doliente que me caló el alma por primera vez en el umbral de otro noviembre tan lloviznoso y húmedo como este, cuando avisté Comala en un degüello de soles y sus fantasmas hospitalarios salieron a mi encuentro, y apenas eran un coro de voces cautivas en el limbo de un rencor vivo, y su eco, como el Odradek de Kafka, era el crepitar de hojas secas que viento del pasado arrastra hasta este presente menos real, sin delicadeza ni elegancia, traspasado de murmullos y crujir de muebles viejos que esperan la caída de la casa para liberar su odio contra el mundo...
y me encuentro leyendo a Poe una vez más en una vieja edición de hojas amarilleadas sin clemencia, hojas rugosas con olor a poluciones pretéritas y urgentes sobre las que descosí en menudas grafías los desvelos de mi adolescencia en vilo pautada por el nevermore que se repite como las voces de Comala, sin esperanza ni posible olvido, no en la ignorancia, sabedor de que algún día me encontrarían con toda esa amargura atisbada entre los visillos rosigados del tiempo, adivinándome allí donde me desconocía, viéndome morir cuando apenas a vivir había alcanzado...
y me encuentro asistiendo a la separación de dos amantes de ellos mismos, cuando ya han dejado de ser niños, tan conformes con recordar el colorido de las flores y el esplendor en la hierba hasta cuando ya no quede hierba ni flores, ni tan siquiera recuerdo, y sentimos el impulso de gritar contra el vacío luminoso de la pantalla sorda, no comulguéis, por Dionisos, con la madurez, que es resignarse a la renuncia, no transijáis con el chantaje de la responsabilidad o la ilusión de falsa seguridad tan vecina, no dejéis de ser rebeldes sin causa ni de limpiaros los mocos en la manga ni el fornicio ante el espejo; es una percha demasiado endeble para colgar toda una vida asentir con los dictados de esta insípida realidad, la tediosa realidad, el fastidio universal de ser prudente, es una puta mentira que la belleza subsista en el recuerdo...
y me encuentro mirando a través del cristal constelado el lento declinar de las hojas tan amarillas y tan secas como las páginas de mi libro de Poe, apretado de reproches y cercos de café, mientras Waits me dice, y yo le creo (sólo me dejo aconsejar por bebedores, por los buenos bebedores), que somos inocentes cuando soñamos, acaso porque no podemos traicionarnos, tentación con la que condesciendo cada vez que me pongo a corregir y corregirme, y me auto censuro y me arrepiento pero no puedo evitarlo, no puedo evitar ser tan cobarde y consentir, y asentir o arrepentirme donde debería afirmarme, por que así son las cosas, me digo, y la ilusión pende del frágil hilo de su impostura sobre mi cabeza cada vez más despoblada, y casi no me quedan cigarrillos y ya cerraron el bar de la esquina y me pruebo frente al espejo la máscara cuarteada de Michael para ver si puedo salir a la caza de adolescentes que me resarzan con un pálpito de su carne arremetida bajo o sobre o entre el cuchillo de sangre que me rebosa, que me absuelvan de este vago sentimiento viscoso y hediondo que me abrasa bajo el pantalón con un grito rasgador del cortinaje de la noche espesa de rimel y malas canciones, y consumado el crimen, vierta sobre el asfalto húmedo por un noviembre lloviznoso y húmedo, esta bilis de anhelo a la que alguno más inspirado se refirió con el cultismo “melancolía”.
bufff,cuando se junta la falta de melanina con el desequilibrio dopaminérgico consecuencia del etílico a granel adulterado puedes llegar a ser oscuro.A pesar de todo, tus palabras son una catársis terapéutica que canalizan esos bajos instintos.
ResponderEliminarCito a Jim Morrison en su canción Radio Texas:
"oh escucha esto, te hablare de la angustia, te hablare de la angustia y la pérdida de Dios,
te hablare de la noche sin esperanza, del escaso alimento de las almas que olvidaron,
te hablare de la doncella con alma de hierro forjado, te voy a decir esto
ninguna eterna recompensa nos perdonará ahora por haber malgastado el alba"
"Que las persianas corrijan la aurora", nos dijo Sabina, "...y un inclemente sol, como un ladrón entró, por la ventana." Volvió a recordarnos. Todos, pensamos como Morrison, que hemos malgastado el alba, pero, ¿qué nos aporta la amanecida sino la promesa de un ocaso? Somos aves nocturnas Sergio, hasta Hegel comparó la filosofía con la lechuza, que levanta el vuelo al atardecer. A los espectadores de la vida nos es más propicia la noche, que es la secuela del día, su glosa y comento. Su luz, aunque parezca paradoja.
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