Es cierto que en occidente se impuso la tradición del amor romántico en su formulación lírica provenzal o petrarquista, puntales de su mitología son Abelardo y Eloísa o Romeo y Julieta, que dispensan los lugares comunes de la literaturización del amor: pasión excluyente, que quiere perpetuarse, entrega total al otro sin tolerar el desafecto o la separación y, final trágico, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren...
Si nos lo creemos, ¡pobres de nosotros!, pues estamos abocados al desengaño y el sufrimiento.
La ecuación amor, sexo, monogamia es un producto cultural, nada arbitrario pero tampoco necesario. Se trata de una asociación de ideas lógicamente inmotivada aunque culturalmente propiciada y sancionada, legitimada por la ideología y acatada por el común de los mortales que sólo cuando su espíritu se eleva por obra y gracia de Dionisos, cae en la cuenta de que eso que llamamos amor acaso no sea lo que creemos...pobre de ti si domicilias la duda, pues te corroerá en adelante y te conducirá como a Jaime Gil a la disyuntiva de Pandémica y Celeste, difícilmente conciliable, do you. Mr. Jones?
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