Un minuto más tarde todo lo probable es posible, más aún, lo improbable o indeseable puede acontecer en ese hiato temporal inmediato que domicilia nuestro futuro comprometiendo el pasado con su poder transfigurador, pues la memoria présbita, hermeneuta de lejanías, relee el pasado siempre durante el ahora huidizo, que es porvenir y consumación, memoria de nuevo y vuelta a empezar..El hombre tiende puentes de un instante a otro, como Jano bifronte, convocado por lo desconocido que lo inquieta como un espejo al final de un corredor, maneado por el ayer, vacilante y lento.
"-Nadie sabe como se sentirá un minuto más tarde. El yonqui lo sabe exactamente" afirma o lamenta en los momentos finales de Drugstore Cowboy el personaje interpretado por Matt Dillon, sabedor de que su debilidad fue el temor, la incertidumbre de ignorar que nos deparara el momento que se avecina. Puede que en la sospecha de que el futuro está sobrevalorado y el mañana esperanzador es eso, un deseo que en cumplimiento de su naturaleza íntima, será frustrado. La heroína con su promesa de abolir la temporalidad, endiosa al hombre al salvarlo de la sucesión, la repetición y el tedio. Mas su beso de satén pardo oculta el crótalo severo del futuro inclemente que hace pagar al yonqui su desacato.
El pecado fue conocer exactamente el futuro, que es muerte y olvido. El yonqui suele llegar antes que los demás, pero qué importa. "La meta es el olvido" dijo Borges, y orgulloso el adicto nos espetará con la boca desdentada, la hediondez intemperante, el rictus canalla solidario de salibazos: "YO HE LLEGADO ANTES". Do You, Mr. Jones?
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