lunes, 22 de noviembre de 2010

UNA ORACIÓN POR EL ALMA DE DON CORLEONE

…Adiós, mi viejo amigo...que es como decir hasta pronto, Don Tommasino, vaya con Dios y no se apure que siento seguiré sus pasos con el alma rota por la senda oscura de la muerte más antes que después…
Podrías haber vivido más…que es como decir “desearía vivir más” que el tiempo se me fue no sé a donde y su albedrío escapa a mi poder sobre la vida y la muerte…
Podría haber estado más cerca de mi sueño…que no era otro que legitimar la cosa nuestra que heredé sin yo quererla y menos esperarla pero a la que serví con lealtad y sacrificios sin cuento, viejo amigo, sabiéndome albacea del buen nombre de mi padre y responsable del porvenir familiar, sin otra ambición al cabo que ser tan sólo un hombre de negocios corriente y garantizar un futuro apacible y seguro a mis hijos, la única riqueza que tengo en el mundo….
Todos le querían, Don Tommasino…y cómo no quererle, lo que hiciera por mi padre cuando vino acá a saldar cuentas con el pasado testimonian su amistad y lealtad no menos que lo que hizo por mí cuando tuve que saldar cuentas con el presente allá en Nueva York y ocultarme en esta tierra antigua de la que poco sabía entonces pero que pronto se me figuró como una joven de ojos recónditos en los que temblaba la inocencia y el deseo con un algo de diosa greca y mucho de hembra brava que me fulminaron una tarde no tan lejana con que la que la memoria me rejonea el corazón más de lo que yo quisiera Don Tommasino…
¿Por qué a mí me temían y a usted le querían tanto?...p…Yo era igual de honrado…ni traicioné mi juramento ni devolví mal por bien, salvé a la Familia como era mi deber y mi premio fue la soledad y el desafecto…
Quería hacer el bien…proteger a los míos de los horrores de este mundo, ocultarles su urdimbre de odio y maldad y mantenerlos a salvo aunque para ello tuviera que arder en el infierno y odiarme por lo que le hice al hijo de mi padre, lo que le hice al hijo de mi madre…
¿Qué me traicionó? ¿Mi mente? ¿Mi corazón?... mi pecado fue pactar con el poder, sellar un trato con el diablo con mi alma en juego pero obligado por el deber de salvaguardar a la familia de sus enemigos que ya se cobraran la vida de mi padre y de Santino y que no hubieran cejado hasta acabar con el último de los Corleone. Pero ¿tuve elección? Sólo sé que me quemaré por ello, Don Tommasino, descanse en paz usted que puede…

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