El mundo
es muy aburrido, o
lo que es lo
mismo, lo que sucede
en él carece de
interés si no lo
cuenta un buen escritor.
Podríamos afirmar que la
ya amplia obra narrativa de Vila-Matas gira en torno a esta
afirmación efectuada por el protagonista de Dublinesca
(2010) El
aburrimiento
que llevó a Alonso
Quijano
a
fatigar
las
vastas
llanuras
castellanas
para
“vivir”
sus
relatos
de
caballerías
es
el
mismo
tedium vitae que
ahora
lleva
a
un
editor
jubilado,
Samuel
Riba
a
vivir
el
Bloomsday
a
Dublín
para
celebrar
en
secreto
un
réquiem
por
la
cultura
escrita.
Para
el lector de novelas el mundo es el reino de la contingencia y el
absurdo, un juego que no responde a reglas ni argumento, invertebrado
y gratuito. Para el lector de novelas el mundo es un inmenso espacio
textual que sólo se deja configurar como texto a cambio de una
renuncia, perder el propio mundo. En vano tratará de interpretar
como signos azares, leer en las superficies de las cosas para tratar
de comprender, su empresa está condenada al fracaso. La máxima
expresión de ese fracaso es perseverar en el absurdo, en la lectura
equívoca de los hechos, en la escritura sobre renglones torcidos,
vivir los libros y leer el mundo.
Pero
no es posible ser feliz sin participar en el absurdo de la vida, esa
es la amarga certeza que anida en el corazón del hombre de letras
que ha optado por comprender el mundo en vez de hacerse miembro de su
club, y el mundo se le ha ido quedando lejos, cada vez más extraño
contemplado desde su cuarto. Riba, en las puertas de la ancianidad y
como no puede ser de otra forma, siente su vida como un fracaso.
Fracaso como editor que no dio con ese genio que se propuso
encontrar, fracaso como escritor que nada dejó escrito por cobardía
o debilidad de carácter, fracaso como hijo sin hijos que sigue
sometido a sus padres, fracaso como hombre que no dejará huella
alguna de su paso.
Y
así,
Dublinesca se
convierte
en
la
crónica
minuciosa
de
la
conversión
de
un
hombre
en
fantasma
según
la
maravillosa
definición
de “fantasma” que
nos
ofrecía
Joyce:
-¿Qué es un fantasma?
-preguntó Stephen-. Un
hombre que se ha
desvanecido hasta ser
impalpable, por muerte, por
ausencia, por cambio de
costumbres. El hallazgo
es que la muerte sólo es una de sus causas. La jubilación, la
incomunicación y la soledad ofician igualmente de agentes. Riba a
medida que interpreta con más frecuencia los hechos como signos
percibe su falta de susbstancia y ser un personaje de ficción se
convierte en una sospecha plausible. Se convence de que su autor debe
estar acechando como el de Bloom espiaba sus pasos. El autor que le
conviene a un carácter tan insignificante como el suyo debe estar
alejado del gusto barroco de Joyce por delatar esa superabundancia
estilística un acomodo o conformidad a la vida, no, a la
insoportable levedad de su ser le va más la lucidez severa y el
resentido laconismo de Beckett. Pero el autor a muerto, como antes
había muerto dios, y ahora está dando sepultura a la era de la
imprenta, con lo que su condena no será comparable a la de Augusto
Pérez, siendo en definitivas cuentas la misma, aunque menos trágica,
absurda como un mundo sin dios.
El
Bloomsday se acaba
convirtiendo en el Doomsday.
Proust
en El tiempo recobrado escribe:
“La vida nos decepciona de tal modo que llegamos a creer que la
literatura no tiene ninguna relación con ella.” Dublinesca
es una celebración de la literatura, es decir un alegato contra la
vida, una venganza imposible.
Me ha gustado bastante tu crítica, y tienes un talento muy divergente, que se desparrama en multitud de ámbitos diferentes( cine, literatura, filosofía). En cuanto a tu estilo, tiene muchos reverberos y timbres poéticos. ¿Quién usa en estos tiempos palabras como cendal en la publicación de Impostores en el Parnaso? Andrés Trapiello, muy denostado por algunos al plegarse a ejercer en el comisionado de la Memoria histórica, decía que le encantaba hacer rodar las palabras con musicalidad independientemente de que hubiesen caído en desuso. Será un estilo narrativo especioso para los usos modernos, pero en mi caso, es tan importante el fondo como la forma. Si me das una historia convincente, sin forma, pasaré a vuelapluma por el producto literario, y rumiaré sobre la idea si es que es brillante. A ti te considero muy interesante en fondo y forma.
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EliminarAgradecido Sergio a tus palabras.
EliminarComparto tu punto de vista, como es lógico. Un erróneo sentido de la "cortesía" con el lector, quizá una generación de escritores, redactores, etc., que ha crecido sin demasiado contacto con su lengua, o quizá demasiado atentos a lo actual, desdeñosa de nuestro glorioso pasado literario, han impuesto una asepsia estilística, que solo atiende al plano informativo, funcional, despreciando todas las demás dimensiones del lenguaje, que en mi opinión no es un mero instrumento para denotar cierta realidad extralingüística de un modo fiel. ingenuidad que ignora que nuestra experiencia de la "realidad" está ya mediada por el lenguaje. Por ahí apuntaban los clásicos con el término "poiesis", por ahí iban los sofistas y Nietzsche cuando defendían la retórica frente a la dialéctica.
Te agradezco también la mención a Trapiello, uno de mis prosistas favoritos. No sé si denostado, pero sus dietarios son magistrales.
En fin, gracias, y nos leemos. Un placer.